viernes, 29 de octubre de 2010

Quinto día de la novena - Laboriosidad


Oración inicial:

Señor y Padre nuestro, sabemos que nos amas y nunca nos abandonas, por eso quisiste mostrarnos en San Martín de Porres un modelo de vida entregada a tu servicio: él fue humilde y religioso, bondadoso con todos y buen amigo, trabajador y solidario. Toda su vida estuvo basada en la fe, en la esperanza y en la caridad. Derrama en nosotros tu Espíritu de Amor para que alentados por sus virtudes y ejemplos también nosotros seamos testigos de Amor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Reflexión:

Laboriosidad

El trabajo es algo natural. Todos los animales en la naturaleza deben realizar un esfuerzo para alimentarse y conservar la vida. Algunos insectos, como las abejas, visitan las flores constantemente para nutrirse de su néctar; y sus alojamientos, las colmenas, son obras maravillosas de un instinto geométrico. Algunas aves vuelan buscando qué comer, y construyen sus nidos de las maneras más ingeniosas: muchas trenzan fibras vegetales, y algunas utilizan otros elementos, como el hornero, que lo construye de barro.

El ser humano también, naturalmente, está diseñado para obtener su sustento mediante el esfuerzo y el trabajo. De esa manera obtendrá la satisfacción por la labor cumplida.

Cuando hablamos de trabajo, siempre conviene distinguirlo del empleo. Mucha gente dice, equivocadamente, que “no tiene trabajo” y con eso quiere decir que “no tiene empleo”. Y frecuentemente, esa gente que no trabaja cuando no tiene empleo, cuando lo consigue, ¡tampoco quiere trabajar!

Uno puede ser empleado para alguien más, pero el trabajo, siempre es para uno mismo. El dinero que obtenemos por el trabajo viene y se va, y a veces incluso, nos lo pueden robar. El honor que obtenemos con el trabajo viene y se queda, nadie nos lo puede arrebatar. El trabajo, además nos produce el beneficio de un carácter sólido: nos da la oportunidad de desarrollar la responsabilidad, la buena disposición, la gratitud y la solidaridad.

Pero en el ser humano, muchas veces, hay una tendencia que atenta contra el orden natural. Muchos intentan vivir sin trabajar, esperando que alguien más les otorgue algún “plan social” para sobrevivir; y piensan que eso está bien. Otros buscan obtener beneficios económicos de actividades que no son verdaderamente productivas, e incluso de algunas actividades éticamente inapropiadas o ilícitas, como la prostitución.

San Martín de Porres nos muestra algo distinto. San Martín de Porres trabajó cuando no tenía empleo, y cuando consiguió empleo, no abandonó su modo natural de ser. Laboriosamente colaboró con el sustento de su familia desde muy pequeño, aunque además de colaborar con su familia, colaboró también con todo el que necesitaba ayuda. En el convento tenía el oficio de la limpieza, y tan apegado estaba a su labor, que lo comenzaron a llamar “Fray Escoba”, ya que todo el día se esforzaba en hacer bien su trabajo.

Dios nos ha dado a cada de nosotros esa capacidad creadora para obtener algún beneficio de la misma, de modo que todos tenemos esas oportunidad de generar el beneficio necesario para nuestro propio bien y el de nuestra familia. Nada cae del cielo, todo se logra en base de esfuerzo creativo. Esa capacidad creadora es al final de cuentas una gran bendición de nuestro Creador.

Entendiendo profundamente su vocación creadora, San Martín de Porres vivió como Dios quiso que viviésemos. Él es para nosotros un ejemplo de laboriosidad. Pidamos hoy que nadie en nuestro pueblo sea flojo para el esfuerzo, y que todos vuelvan a honrar su nombre mediante el trabajo.

Oremos:

- Por todos los que sufren porque no reciben una justa retribución por su trabajo. Oremos…

- Por quienes han dejado de confiar en sus propias capacidades, para que renovados por el Espíritu Creador, puedan salir adelante. Oremos…

- Por todos cristianos, para que seamos testimonio de laboriosidad. Oremos…

Padre nuestro…

Gloria al Padre…

Oración conclusiva:

Señor y Padre nuestro, que guiaste a San Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del Cielo, guíanos también a nosotros que queremos ser verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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