lunes, 25 de octubre de 2010

Primer día de la novena - Humildad


Oración inicial:

Señor y Padre nuestro, sabemos que nos amas y nunca nos abandonas, por eso quisiste mostrarnos en San Martín de Porres un modelo de vida entregada a tu servicio: él fue humilde y religioso, bondadoso con todos y buen amigo, trabajador y solidario. Toda su vida estuvo basada en la fe, en la esperanza y en la caridad. Derrama en nosotros tu Espíritu de Amor para que alentados por sus virtudes y ejemplos también nosotros seamos testigos de Amor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Reflexión:

Humildad:

El ser humano está formado con los mismos elementos materiales de los cuales están hechos todos los seres de la naturaleza. La palabra “hombre”, proviene de “humus” que quiere decir “tierra”. De esa misma palabra proviene “humildad”.

Una persona que es consciente de que es “humana”, es decir, ni más ni menos que los demás, es una persona humilde. La verdadera humildad no tiene nada que ver con la pobreza o la riqueza. Hay ricos que también son humildes y hay pobres que no lo son.

Lo contrario de la humildad es la soberbia. Una persona soberbia se engaña pensando que es más valiosa que los demás, o más importante… cuando, en realidad, todos los seres humanos somos muy importantes siempre.

La persona puede ser humilde si descubre que es hija de Dios. Sólo entonces puede verse a sí misma y al prójimo como iguales. Solo entonces es libre para estimar a los demás y para dedicarse al amor y al servicio desinteresado, sin desviarse en la ambición por cosas que muchas veces no necesita.

Jesús nos enseñó, en cada momento… en cada palabra, una lección de humildad. Siendo Dios, se hizo hombre, se humilló hasta nuestra propia “tierra”. Como hombre, siempre vivió confiado y agradecido de Dios, su Padre. Nos dijo: "Aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón". Cuando, en la última cena, lavó los pies a sus discípulos, nos dio un ejemplo para que sigamos sus huellas.

El Señor nos invita a seguirlo y a imitarlo, y nos deja una regla sencilla para vivir la humildad: “Todo lo que quieren que hagan los demás con ustedes, háganlo también ustedes con ellos”. La experiencia de lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una buena norma de aquello que debo hacer o evitar en el trato con los demás.

Todos deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido bien... y comprensión cuando nos hemos vuelto a equivocar... y que se fijen en lo positivo, más que en los defectos... y que nos traten bien; y que se nos exija, pero de buenas maneras... y que nadie hable mal a nuestras espaldas... y que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica y no estamos presentes... y que se preocupen de verdad por nosotros cuando estamos enfermos... y que se nos corrijan fraternalmente las cosas que hacemos mal... y que recen mucho por nosotros…

Todo esto lo hacía San Martín de Porres, y cuanto más se humillaba, más claramente aparecía su grandeza. Porque sólo el que tiene un gran corazón puede ser humilde. Pidamos hoy a Nuestro Señor, el don de la humildad, que es la “hermana mayor” de la amabilidad y de la obediencia. Pidamos la humildad para tratar a los demás así como queremos ser tratados nosotros. Pidamos humildad para nuestro pueblo y para nuestros amigos.

Oremos:

- Por todos los hombres, para que reconozcamos mutuamente nuestra dignidad de Hijos de Dios. Oremos…. Escúchanos Señor.

- Por aquellos que se sienten angustiados por actitudes soberbias, para que reciban nuestro apoyo y consuelo. Oremos… Escúchanos Señor.

- Por aquellos que son amables con todos, incluso con los que los tratan mal, para que no se cansen de hacer el bien. Oremos… Escúchanos Señor.

Padre Nuestro….

Gloria….

Oración Conclusiva

Señor y Padre nuestro, que guiaste a San Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del Cielo, guíanos también a nosotros que queremos ser verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

No hay comentarios: