domingo, 31 de octubre de 2010

Séptimo día de la novena - Fe


Oración inicial:

Señor y Padre nuestro,

sabemos que nos amas y nunca nos abandonas,

por eso quisiste mostrarnos

en San Martín de Porres

un modelo de vida entregada a tu servicio:

él fue humilde y religioso,

bondadoso con todos y buen amigo,

trabajador y solidario.

Toda su vida estuvo basada en la fe,

en la esperanza y en la caridad.

Derrama en nosotros tu Espíritu de Amor

para que alentados por sus virtudes y ejemplos

también nosotros seamos testigos de Amor.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

Reflexión

Fe

Desde que existe el hombre sobre la Tierra, el planeta ha sido el mismo. Los cambios geológicos llevan muchísimo tiempo y son casi imperceptibles para nuestra corta vida. Si embargo, a lo largo de la existencia de la humanidad, hubo muchos “mundos”. Así, la gente vivió, en sus orígenes en la prehistoria, miles de pequeños “mundos”, distintos y divididos entre sí: eran los distintos pueblos con su tradición y cultura. Con el tiempo, y con el desarrollo de las comunicaciones, cada uno de esos mundos se fue uniendo para formar, no sin mucho esfuerzo e, incluso, violencia, el “mundo” en el que hoy vivimos.

Las pequeñas comunidades humanas dieron paso a la “globalización”. Ya nada parece desconocido, se ha investigado todo. No hay más lugares que explorar, ni “mundos” por descubrir en nuestro planeta.

Cuando hoy decimos “el mundo”, pensamos en muchas imágenes distintas, pero los sentimientos que nos producen son muy parecidos. El mundo actual es un lugar hostil. Algunos sienten que se encuentran en un campo de batalla donde sólo sobrevivirá el más apto. Esos sentimientos generan mecanismos de defensa que producen angustia, tensión nerviosa continua (stress) y ansiedad. Esos “efectos” (o “defectos”) del mundo actual reducen la mirada de las personas al corto plazo, es decir, todo tiene que pensarse y realizarse en el momento, no se puede esperar al futuro, porque parece muy inestable y cambiante.

Junto con la desesperación por el presente y la desconfianza por el futuro, se está poniendo en juego aquello que nos constituye como “seres humanos”. El hombre existe en tensión a un futuro que no puede ver, pero sabe que lo está llamando.

Para los cristianos, el universo fue creado por Dios, que es el principio, y está orientado hacia él, que es su fin. El hombre busca a Dios como una planta busca el sol para crecer. Dios es el único que puede dar sentido a las preguntas más profundas de los seres humanos. ¿Por qué existimos? ¿Cuál es nuestro destino? ¿Tiene sentido vivir, luchar y esforzarse en este mundo?

El hombre es un ser efímero, transitorio, en este planeta. Estamos de paso… ¿hacia dónde vamos?....... Sólo unos pocos, después de mucho tiempo, con gran esfuerzo y enorme mezcla de errores, podrían comenzar a responder a esta pregunta. Para evitar que la mayoría ande confundida y errante, “como ovejas sin pastor”, Dios decidió revelarse Él mismo. Dios nos entregó en el pasado una clave para el presente y un sentido para el futuro. Esa clave sólo funciona si usamos nuestra inteligencia, y ese sentido sólo se va a concretar si usamos nuestra voluntad.

La fe es una “herramienta” que no está hecha de ningún material terreno. La fe es una escalera que Dios mismo desplegó en nosotros para que pudiéramos conocerlo a Él. Una escalera que desciende desde arriba, como la que extienden los helicópteros de rescate a los náufragos. Pero en Dios no hay “arriba” ni “abajo”…. Dios está en todo lugar. Con la clave de la fe, podemos descifrar su presencia en nuestra vida cotidiana. La fe es como un revelador de tinta invisible: nos revela la huella de Dios en todo.

San Martín de Porres fue un hombre de fe. Su manera de pensar, de sentir y de obrar sólo se explica mediante la fe. A los ojos del “mundo”, Martín podría pasar por loco, pero a la luz de la fe, ha sido uno de los hombres más sabios.

Pidamos el don de la fe para nosotros y nuestro pueblo, para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y en la de los demás.

Oremos:

- Por el don de la fe para nosotros, para nuestros seres queridos y para todos los hombres del mundo. Oremos….

- Por aquellos que creen en cosas distintas de nosotros, para que Dios se manifieste en sus vidas. Oremos…

- Por todos los cristianos, para que la unidad de la fe nos lleve a la unidad en el amor y el servicio a los demás, de tal manera que, viendo nuestras buenas obras, el mundo crea en Dios. Oremos…

Oración conclusiva:

Señor y Padre nuestro, que guiaste a San Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del Cielo, guíanos también a nosotros que queremos ser verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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