Aprovechando la tierra que había sido extraída en la construcción de un pozo ciego para decantar lo desagotado en la limpieza de los corrales, los alumnos y los docentes del Colegio San Martín de Porres utilizaron esta tierra de características arcillosas en la fabricación de adobes que luego será empleados en las instalaciones de los corrales de conejos. El material arcilloso se mezclo con elementos orgánicos, y agua del pozo del colegio para constituir la argamasa que fue colocado en un molde de madera que permitía la fabricación de dos unidades de ladrillos de adobe por vez.
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